Algunas plantas del nuestro vergel comienzan a secarse por partes y no es por falta de agua precisamente. Hemos hecho una buena gestión del riego y sin embargo hay partes de nuestras plantas que presentan tejidos necróticos, literalmente se están secando parcialmente, mientras la otra parte de la planta continúa verde y viva.
Solo cabe pensar en un agente causante de tales daños y no es otro que el temido hongo del género Fusarium. Dentro de las enfermedades criptogámicas la más temerosa para los cannabicultores es la producida por las diversas cepas del género Fusarium. Los fusarium son un género muy abundante y distribuido en el suelo y cuya presencia está asociada al ataque de plantas.
La gran parte de especies que integran este género son de carácter saprófito, se alimentan de materia en descomposición. Algunas especies de este género producen micotoxinas de elevada toxicidad tanto para cultivos como para los seres que la ingieren, incluidos los humanos.
¿Por qué y cómo atacan a los cultivos?
Un débil sistema inmunológico es la característica principal de los cultivos que son atacados por las diversas especies de esta familia de hongos. Los hongos fusarium atacan a las plantas colonizando su interior, es decir a través de su sistema bascular. Los daños pueden ser diversos dependiendo de la variedad de fusarium que ha colonizado el cultivo.
El cuadro sintomatológico de una fusariosis se manifiesta inicialmente por el marchitamiento parcial de la planta, pudiendo llegar a ser total en casos extremos. Se produce una colonización de tallo y ramas a través del sistema de raíces. Ello conlleva a una obstrucción en la libre circulación de savia y, por tanto, a una parálisis de sus procesos metabólicos, pudiendo ocasionar, llegado este extremo, la propia muerte de la planta o plantas contaminadas.
Guerra bacteriológica contra las drogas
Algunas variedades de fusarium pueden llegar a atacar a cientos de especies vegetales y causarles la muerte en pocos días. Es tal la agresividad con la que se comporta este hongo, que los daños y la severidad de su ataque no han pasado desapercibidos para la propia D.E.A. (Agencia Antidrogas de los EE. UU.). Este cuerpo policial ha desarrollado diversos estudios con la finalidad de utilizarla como micoherbicida en su lucha contra el narcotráfico mundial.
El objetivo es acabar inoculando cultivos cocaleros y de adormidera con la finalidad de infestarlos y erradicarlos. El problema es que no son conscientes del daño biológico que puede ocasionar tal uso en los ecosistemas naturales donde se desarrollan este tipo de cultivos.
Pero los primeros estudios se hicieron en la URSS y no como micoherbicida precisamente, sino como arma biológica. Entre los años 30 y 40 del siglo pasado se produjo una fuerte contaminación en los cultivos de cereales por este hongo. Esta situación produjo un elevado número de muertos en la población.
Este hecho nos lleva a la conclusión que no hay que consumir cannabis que haya sido contaminado por cualquier cepa de este hongo. Puede acarrear serios problemas de salud para aquellos que lo consuman, sobre todo en sujetos predispuestos como enfermos crónicos, inmunodeprimidos, …
Métodos de control: solarización y lucha biológica
La solarización de los suelos contaminados con cepas de fusarium se presenta como la alternativa más sostenible para sustituir los tratamientos químicos con el tóxico Bromuro de Metilo. El método de solarización consiste en cubrir el suelo de cultivo con un filme de plástico de manera que el calentamiento que produce el sol. El consiguiente aumento de la temperatura debajo del plástico esteriliza en cierto modo la zona solarizada. Con este método reducimos la probabilidad de un brote de fusariosis en nuestro cultivo.
Dentro de la guerra biológica contra plagas hay estudios recientes en este campo que desvelan a los bioantagonistas como futuros y prometedores agentes probióticos contra la lucha de este agresivo hongo. Los bioantagonistas son hongos cuya presencia en el suelo de cultivo inhibe el crecimiento y desarrollo de hongos patógenos de los cultivos. Aunque actualmente están en proceso de investigación, los estudios desarrollados hasta el momento en tomates y frijoles muestran un futuro esperanzador en la lucha contra las diversas cepas de hongos del género fusarium.