Una vez realizada la siembra solo queda esperar que las semillas comiencen a brotar. Procurándoles los cuidados adecuados irán creciendo hasta alcanzar el tamaño mínimo para proceder al momento del trasplante. El trasplante es un momento de estrés para las plantas por la posible rotura de parte del cepellón al realizar la operación. Pero si hacemos el trasplante con sumo cuidado, apenas hay riesgo de padecer roturas y el consecuente estrés post trasplante, ahora ello no lo exime de tener algún encuentro indeseable con patologías de diversas índoles.
Este momento llega en cuanto las plantas tienen formado su segundo par de hojas reales. En este preciso instante procederemos a trasplantar a un lugar provisional a la espera de la manifestación del sexo por parte de las pre flores. Siempre hablando de plantas procedentes de semillas regulares, no feminizadas. Si plantas marihuana foto dependiente feminizada debes saltarte este paso. Si cultivas semillas autoflorecientes… ¡Lárgate de aquí!. Las autos nunca se trasplantan, siempre deben ser sembradas en el tiesto final. La única excepción es en cultivos de exterior cuando se ponen en semilleros para que ningún insecto o pájaro la devore la primera semana.
Si queremos saber antes de trasplantar que sexo tienen, deberemos colocarlas en un contenedor, tiesto o maceta de un máximo de 30-35 cm de diámetro y esperar. Algunas variedades lo manifiestan con apenas un mes y medio de edad, en cambio otras pueden no manifestarlo nunca, solo cuando empiezan a florecer. Es por esto por lo que no recomiendo arrancar ninguna planta hasta que veamos las flores macho formándose. Para mí una planta es una hembra hasta que la flor del macho diga lo contrario. He visto casos de cultivadores experimentados que arrancan las plantas que no manifiestan su sexo por que quieren asegurar una cosecha exitosa.
En un caso particular llegué a convencer a uno de ellos para que no arrancara un supuesto macho. Me hizo caso y cosechó una hermosa hembra que le llegó a producir más de kilo y medio de cogollos secos y manicurados. Si en verdad lo que se quiere es asegurar una cosecha yo optaría más por sacar esquejes hembras obtenidos en un interior a partir de finales de mayo principios de junio, o bien extraer el mayor número de esquejes posibles de aquellas plantas que tengamos en exterior y ya se hayan manifestado como hembras.
A la hora de cultivar en maceta también hay que tener en cuenta el crecimiento radicular del cannabis. El sistema radicular de la marihuana es una potente raíz pivotante, que está acostumbrada a penetrar en los suelos a gran profundidad. Como su sistema radicular es potente conlleva a una colonización casi total del substrato por parte de las raíces en un período corto de tiempo.
Y claro, si trasplantamos muy pronto las plantas al contendor donde tenemos pensado cosecharlas, las raíces colapsaran antes de la cuenta el substrato. Esto provoca un estancamiento en el crecimiento y floración de nuestras plantas, pudiendo incluso provocarles la muerte por asfixia radicular por estrangulamiento. Para evitar este problema es recomendable realizar varios trasplantes a contenedores cada vez mayores hasta que se inicie la floración. En cuanto aparecen las primeras flores es el momento en el que se trasplantaría a su contenedor definitivo.
En muchas ocasiones cuando se va a trasplantar se comete el error de colocar demasiada tierra en el agujero. Esto provoca que la tierra del cepellón (pan de raíces) se quede por fuera del suelo o de la maceta. Para evitar que nos pase esto debemos hacer lo siguiente. Si vamos a trasplantarlas al suelo debemos realizar primero el agujero donde irá la planta. Para saber qué profundidad debemos darle iremos metiendo el contenedor donde se halle la planta en el hoyo, hasta ver que la profundidad y anchura del hoyo sea un poco mayor que el tamaño y más profunda que la altura del contenedor.
Si se trata de trasplantar a otra maceta más grande, rellenaremos la maceta a la que queremos trasplantarla con un poco de tierra. Haremos la misma operación que en el suelo, es decir iremos añadiendo tierra debajo y meteremos el contenedor donde se hallan las plantas para ver si la profundidad es ideal.
Una vez sabemos que nos cabe perfectamente, sacaremos el cepellón del contenedor y colocaremos la planta en el suelo o en la maceta. Rellenaremos el agujero que quede por cubrir con tierra o turba fertilizada y después regaremos. Algunos practicantes de la agricultura sinérgica añaden un puñado, no más, de cenizas en el hoyo antes de trasplantar. La ceniza contiene potasa que facilita y mejora el enraizamiento.
En las zonas áridas de la Península es más que conveniente realizar tras el trasplante un acolchado en el suelo para evitar que este quede desnudo y desprotegido contra la fuerte evaporación. Si utilizamos un sistema de riego localizado mucho mejor, aún ahorraremos todavía más agua. El resultado lo notaréis enseguida, mucha menos agua de riego y menos desequilibrios hídricos en la composición de la planta. Todo esto se traduce en una mayor resistencia de las plantas al calor y un crecimiento más constante y vigoroso.