Desde la filosofía aristotélica, la tradición considera que el universo está compuesto de los Cuatro Elementos: fuego, tierra, aire y agua, en armonía. Todo esto influencio profundamente la cultura y el pensamiento europeo. En otras civilizaciones a parte de estos cuatro elementos, tenían un quinto elemento, el éter.
Hay que saber que desde hace 57 años María Thun y otros agricultores biodinámicos practican ensayos planteándose el efecto de los ritmos cósmicos y las constelaciones en la agricultura, la huerta y especialmente en el mundo de las abejas. Los resultados de estas investigaciones les han dado las bases para los consejos que nos dan a través del calendario anual de María Thun.
Gracias a estas investigaciones sabemos que si cavamos la tierra con una pala, activamos los impulsos cósmicos de la tierra, que a su vez pasan a la tierra y se expresan en la planta que crecía. Estos impulsos venían de las constelaciones del Zodiaco y se transmitían a través de la luna a la Tierra. La luna utiliza los elementos clásicos para poder expresar sus efectos, es decir, los cuatro elementos (la tierra, el agua, el aire/luz, y el calor “fuego”). Estos elementos tienen sus orígenes en las constelaciones del Zodiaco, y cuando una constelación determinada pasa ante la luna en el momento de la siembra, se estimulan entonces impulsos en la planta relacionados con el elemento de la constelación.
- El fuego es a la vez caliente y seco. Fruto-semilla. Aries, Leo, Sagitario.
- La tierra es a la vez fría y seca. Raíz. Tauro, Virgo, Capricornio.
- El aire es a la vez caliente y húmedo. Flor. Géminis, Libra, Acuario.
- El agua es a la vez fría y húmeda. Hoja. Cáncer, Escorpio, Piscis.
Estas cuatro cualidades fundamentales (sequedad, humedad, frío y calor) actúan sobre las plantas principalmente por la naturaleza del signo del zodíaco.
El calor tiene tendencia a favorecer y acelerar el metabolismo en general, facilita los intercambios líquidos y aumenta la producción de los cultivos. No obstante, cuando se interviene añadiendo la cualidad calor, existe el riesgo de sequedad si ya hay sequedad exterior o interior y el riesgo de enfermedades parasitarias o víricas adquiere importancia si hay exceso de humedad interior o exterior. El calor ayuda a compensar el exceso de frío exterior.
El frío tiene tendencia a retardar la evolución de la planta, frena los intercambios líquidos y limita las transformaciones metabólicas. Ayuda a resistir mejor el calor. La sequedad tiene tendencia a limitar la proporción de agua en los tejidos, concentra la savia y ayuda a resistir la humedad exterior. En exceso provoca una maduración demasiado rápida y el marchitamiento.
La humedad rige el agua de las plantas en las que la proporción supera a veces el 99% de la masa del vegetal. Es gracias a la cualidad húmeda que se reparten los principios activos y nutritivos por toda la planta. Un exceso de humedad provoca riesgos de descomposición y de putrefacción. Estas cualidades no se pueden aislar. De sus combinaciones nacen los cuatro elementos:
- La exaltación y la concentración del calor por la sequedad dan el fuego. El fuego es pues seco y caliente.
- La dilatación y la volatización de la humedad por el calor dan el aire. El aire es pues caliente y húmedo.
- La condensación de la humedad por el frío da el agua. El agua es fría y humedad.
- La concentración del frío por la sequedad da la tierra. La tierra es pues fría y seca.